viernes, 23 de noviembre de 2007

“Mi sabiduría viene de esta tierra” Noroeste Argentino






17 de octubre, provincia de Jujuy, Argentina - El equipo del proyecto “Continente de Colores 2007, la ruta de la unión suramericana”, llegó al país hermano de Argentina cruzando el Paso de Jama que une la región chilena de Atacama con la provincia de Jujuy, en el noroeste argentino. Allí fueron recibidos por el aroma de un “asadito” que humeaba desde una casa aledaña a las oficinas de la Aduana. Como cada vez que atraviesa una frontera, el equipo renovó el entusiasmo y la alegría de estar hermanando países, pero en Argentina la emoción fue particular ya que uno de los integrantes el proyecto es de nacionalidad argentina, nacido en Buenos Aires y residente de la ciudad de Bariloche. Esta etapa del recorrido representó también una oportunidad para afianzar vínculos entre los integrantes de la expedición.

19 de octubre, Santa María, provincia de Catamarca, Argentina – El noroeste argentino guarda trascendentes momentos de la historia de América del Sur. Por la importancia de sus culturas originarias, por las luchas independentistas que allí se libraron, por la cercanía con el Alto Perú, con el cual -antes que se marcaran las fronteras- esta región de la Argentina estaba hermanada. El equipo atravesó las provincias de Jujuy y Salta, territorio donde durante las primeras décadas del 1800 Martín Miguel de Güemes organizó las milicias de gauchos en la lucha contra los españoles, en tiempos de la campaña libertadora del general José de San Martín. Güemes, como San Martín, buscaba la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, del Alto Perú, y defendió también el norte de Chile.
Recorriendo caminos cordilleranos tapizados de viñedos y en un entorno de gran colorido, el equipo arribó al este de la provincia de Catamarca, a la ciudad de Santa María. Allí habita un pueblo que está defendiendo activamente los recursos naturales y el ambiente, porque analiza su presente y busca proyectar su futuro. Como sucede a todo lo largo de la Cordillera de los Andes, la actividad que más ha crecido en los últimos años, es la gran minería. Frente a la amenaza del daño ambiental y el saqueo económico que esta actividad conlleva, las comunidades se organizan, y Santa María no es la excepción. Por el contrario, sus pobladores se han unido a otras localidades catamarqueñas, conformando una organización de vecinos autoconvocados en contra de la gran minería, que integra a su vez una Red de Comunidades Afectadas por la Minería en la Argentina, a nivel nacional. Aquí los problemas nos son diferentes que aquellos que enfrentan los pueblos ecuatorianos, peruanos y bolivianos. Catamarca, por la riqueza que guardan sus montañas, ha sido históricamente sitio de explotación minera. Y desde la instalación del proyecto Bajo La Alumbrera, en el año 1997, se ha convertido en la primer provincia argentina en experimentar las consecuencias de la minería a gran escala, a cielo abierto. Como en casi todos los casos, la empresa que lleva adelante la explotación de Bajo La Alumbrera es de capital trasnacional. Hoy se propone comenzar otro emprendimiento, llamado Agua Rica, el cual constituye una amenaza mayor para las poblaciones que ya sufren el impacto de Alumbrera, porque Agua Rica se instalará en la naciente de los ríos que alimentan la región, donde se asientan los pobladores de Santa María, Andalgalá y Belén.
Los vecinos explicaron el método de explotación de la gran minería, el cual los perjudica de manera directa, no sólo por ser nocivo para la salud de las personas sino también por impedir el desarrollo de otras actividades económicas: hoy los productos agrícolas de esta región catamarqueña están siendo cuestionados en el mercado, debido a que son cultivados en zona minera. El proceso de explotación implica la destrucción del terreno a través de explosiones y pulverización de la roca, la cual es procesada con agua y químicos tales como el cianuro, para separarla del mineral. El material desechado se acumula en escombreras o diques de colas, que en el caso de Bajo La Alumbrera está instalado sobre una falla geológica, con el peligro que esto implica. Junto a los minerales buscados, se liberan también los metales pesados contenidos en el suelo. Se trata de un proceso complejo, que impacta de múltiples formas en el ambiente y la vida social de las comunidades. Uno de los principales y más graves daños es el agotamiento de las fuentes de agua: tanto en los procesos de exploración como durante la explotación, se utilizan enormes cantidades. Un segundo peligro lo constituye el “Drenaje Ácido de Minas” generado por la acumulación de material en las escombreras: el azufre contenido en las rocas, al mezclarse con el oxígeno del aire o el agua, genera ácido sulfúrico. Este ácido arrastra metales pesados, filtrándolos hacia las napas subterráneas, los cursos de agua, las plantas, los animales, y finalmente el hombre. Por otra parte, los minerales extraídos son llevados al extranjero, y por ellos las empresas pagan exiguas regalías al Estado provincial, las cuales son calculadas luego de devengar muchos de sus gastos operativos, de modo que su accionar provoca el saqueo de los recursos naturales, que son extraídos y no son renovables. Estos conocimientos técnicos han sido recabados por los vecinos con un gran esfuerzo, ya que no han sido informados al momento de instalarse la minera qué implicaría su tarea, ni han sido tampoco consultados sobre si deseaban o no tener ese emprendimiento en su lugar. La sabiduría de los vecinos, tal como dijera Manuel J. Castilla, viene de su tierra.
Fue muy emotivo para el equipo compartir esta jornada con hombres, mujeres y niños comprometidos con una causa que consideran no solamente justa sino la causa principal de sus vidas en tanto la existencia de la gran minería determina que deban finalizar las demás actividades económicas de la región. Las lágrimas en los ojos de hombres acostumbrados al duro trabajo del campo fueron expresión de la impotencia que sienten ante los avasallamientos relatados y del profundo sentimiento de amor a su tierra. El pueblo de Santa María es otro más que llama a la reflexión a sus gobiernos y a la solidaridad entre las comunidades para detener este flagelo.
Los niños de Santa María enviaron sus saludos a todo el continente suramericano: “Muchas felicidades, y vengan a visitarnos…”.


20 de octubre, Fiambalá, Catamarca – En Fiambalá, una localidad situada en el oeste catamarqueño, el equipo mantuvo una breve reunión con vecinos de la comunidad, quienes también tiene su voz elevada frente a los emprendimientos mineros. En esta zona, el peligro lo constituye un proyecto que tendrá por objetivo la extracción de URANIO. “Las venas abiertas de América Latina continúan desangrándose”, dijo una vecina.

Ya en el siglo XIX los caudillos federales habían luchado contra la ambición de quienes se proponían un país para pocos. Felipe Varela en los valles catamarqueños, Facundo Quiroga y Vicente Peñaloza en los llanos de La Rioja -provincia contigua a Catamarca- probablemente inspiren la lucha actual de las comunidades.

Tras conocer la realidad del noroeste argentino, el equipo continuó viaje hacia la República de Chile. Gracias por acompañarnos.

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